Tomado de Armario Libre
Daniel Santo Alcántara, recuerda las calamidades que pasó, lo mal que
vivió, pero ser hoy un próspero empresario de la tecnología en Barahona
Daniel Santo Alcántara, recuerda las calamidades que pasó, lo mal que
vivió, pero ser hoy un próspero empresario de la tecnología en Barahona
Edinson Antonio Rivas
Barahona.-
Los apellidos Santo, Alcántara y Matos son comunes en los pueblos del
Sur de República Dominicana, y por herencia, es muy difícil que
encuentres a alguna familia millonaria, aunque sí, cada uno de estos
tres, son catalogadas como muy trabajadoras.
Si
mencionas a Daniel Santo Alcántara o Robert Matos, tampoco digas mucha
cosa, porque cualquier dominicano, y sobre todo, sureño, tiene estos
nombres y apellidos, pero si por casualidad mencionas a Exatech
Computer, los barahoneros y parte de los sureños sepan de que les
hablas, y entonces sus propietarios, afirmarían que la empresa que
crearon hace once años es más popular que ellos, teniendo sobre los 30
años.
Y
es que Exatech Computer ha crecido como un monstruo en los once años de
creada, pese a nacer pequeña en capital, pero grande en proyección, por
lo que hoy está posicionada como una de las principales empresas ramas
de la tecnología en Barahona y la zona Sur del país.
Pequeña
en capital, porque inició con un capital de RD$200 mil y hoy cuenta con
más de RD$30 millones, y una carpeta de clientes que envidia a
cualquier comerciante.
Santo
Alcántara, oriundo de Polo, Barahona, recuerda cuando emigró de su
campo y consiguió un empleo en Shadday, una empresa que se dedica a la
tecnología, y donde habría conseguido la ilusión para tener su propio
negocio y principal competencia de quien fuera su jefe por cuatro años.
El
orgullo le brota por los ojos cuando habla, sobre todo, cuando habla de
las vicisitudes que pasó para ahorrar peso a peso un capital, adquirido
en base a préstamos bancarios, y expresar que ahora cuenta con 25
empleados, bien pagados, entre los que se encuentran diez técnicos, que
ofrecen sus servicios a empresas grandes.
Como
la mayoría de los barahoneros de escasos recursos económicos de los
últimos 20 años, Daniel recuerda que fue motoconcho, e inclusive, luego
de presentar monográfico de la carrera que estudió, “Reparación y
Ensamblaje de Computadoras”.
Ya
en Barahona, trabajando en la calle como motoconcho y un diploma
colgado en la casa, es que le llaman de Shadday, por la recomendación de
uno de sus profesores.
Al
poco tiempo se hace encargado del área de taller, pero mientras
trabajaba, y preparando su terreno para el futuro, sobre todo con los
bancos, comenzó a tomar préstamos de RD$5 mil, pero para guardarlos.
“En
el Banco Ademi, yo cogí el dinero, lo guardaba, hacía como forma de un
san, tomaba el dinero, pagaba mis intereses, pero no los gastaba, los
mantenía guardado; luego cogía RD$10 mil, los guardaba y seguía
guardando los pagarés. La mujer en la casa cogiendo pela, pero yo con el
dinero guardado en el banco”, cuenta hoy entre carcajadas.
Daniel está casado con Violeidis Acosta, con quien ha procreado varios hijos, quien dijo son la razón de su existencia.
Explicó
que a medida que avanzaba el tiempo aumentaba el préstamo y luego de
tomar los RD$10 mil, subió a RD$30 mil y los guardó también, mientras
pagaba los intereses.
“Con
tomar estos préstamos yo buscaba un sueño, obtener mi sueño de tener mi
propia empresa. Obtener una empresa no es algo fácil, no es algo que te
surge y se da; tú puedes tener dinero incluso, pero si no tienes la
intención y la decisión de crear una empresa, eso no será posible
jamás”, precisa.
Santo
Alcántara atribuye su éxito a que tuvo una “excelente mujer, que no
tengo con que pagarle, que aguantó callada, porque el hecho de soportar
que yo con dinero en el banco y ella estar durmiendo en cama vieja, con
estufa recogida, sin nevera y con un abanico de los malitos”, es mucho
decir.
Recuerda
que luego de juntar RD$120 mil habla con Robert Matos, su socio, su
compañero y hermano, a quien le plantea crear juntos una empresa, por
considerar que en ese momento había una necesidad.
Expresa
que el pueblo requería cosas diferentes en la tecnología, las cuales no
podía resolver siendo empleado en Shadday, donde no tenía decisiones
mayores.
Cuenta
que en principio, Robert no creía en el proyecto, ya que en ese
entonces solo contaba con 22 años, y eran los dos empleados, muchachos
jóvenes con muchos ideales de superación, pero con pocos recursos, pero
que aún así, se arriesgaron.
“Nosotros
al final nos lanzamos a la calle y en la primera quincena con nuestra
empresa, duplicamos el sueldo mensual que cobrábamos en Shadday”,
recuerda Daniel, desde donde comenzaron una espiral, la cual los ubica
en el día de hoy como una de las empresas más prósperas y la principal
de la tecnología en Barahona.
Comenzaron
alquilados en un cuartico, en la calle Luis E. Del Monte, hoy solo de
esa oficinita solo queda el letrero que dice “nos trasladamos”, y ahora
tiene todo una empresa en la misma calle, donde el cliente encuentra
desde una computadora de mesa hasta una nevera de playa.
Admite
que siempre ha vivido con préstamos bancarios, pero afirma que es
imposible que una empresa se pueda mantener sin tener acceso a éstos.
Luego
de tomar varios préstamos en Banco Ademi, pasó al Banco de Reservas
para terminar en el Banco Popular, donde afirmó, lo tratan como un rey
con una excelente tasa.
A
pesar de que en la empresa Exatech hay hasta electrodomésticos, Daniel
expresa que no piensan involucrarse mucho en la venta de cosas que no
tengan que ver con la tecnología, porque sería salirse del patrón
original, que fue la tecnología.
En
esta tienda, además de computadoras, de mesa y laptops, los clientes
pueden encontrar celulares, cámaras fotográficas, plantas eléctricas,
fotocopiadoras, impresoras, estufas, neveras y hasta impresoras fiscales
que son distribuidas por la Dirección General de Impuestos Internos
(DGII).
Hoy
los socios de Exatech disfrutan de ciertas bondades, de las que se
perdieron en principio, tienen diez mil clientes registrados, lo que los
hace como una empresa sólida.
Además
de vender equipos tecnológicos, ofrecen mantenimiento a empresas, como
es el caso del Consorcio Azucarero Central, la Regional IV de Salud, el
Ministerio de Educación, entre otras.