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LA
ALOCUCIÓN.- Luis Abinader habló el pasado lunes por una cadena de
televisión y radio, y en su corta alocución denunció que circulan
rumores que buscan debilitar su candidatura y crear desaliento y
dispersión entre sus seguidores o potenciales electores. Aunque su
intervención fue oportuna, no quiere decir que fuera efectiva, pues no
todas las reacciones funcionan.
Al principal candidato de oposición le
aconsejaron que cambiara el chucho, que fuera propositivo y dejara a su
equipo los ataques y respuestas a su oponente oficial. Pero Abinader no
estuvo en eso, y se declaró “pleitica” en todo lugar y a tiempo
completo. Así como la noche del lunes, pudo hablar al país de manera
recurrente y presentar y desarrollar los aspectos más relevantes de su
programa de gobierno. Lo mismo que hizo en diferentes foros, solo en
este caso sería para consumo de la población. Voceros del gobierno lo
vienen descalificando por no tener propuestas y vivir chismeando, a
pesar de que entre los suyos se afirma todo lo contrario. Que ninguno de
los candidatos, incluyendo a Danilo Medina, tiene mejor oferta
electoral que Abinader…
LAS
ENCUESTAS.- El breve discurso del lunes pasado fue una reiteración de
la conducta conocida de no cubrirse a tiempo de la lluvia y buscar
paraguas después de estar empapado de pie a cabeza. Habló de que
circulan rumores, y es verdad. Las versiones maliciosas están a la orden
del día, y en la ocasión los ociosos tienen más que oficio. Sin
embargo, no fueron esos rumores lo que lo obligaron a dirigirse al país,
sino las encuestas cuyos números niegan, por desproporcionados, pero
que están surtiendo un efecto terrible entre sus seguidores. Los
perremeístas y abinaderistas no quieren ver encuestas ni en pintura, y
con razón. Son enemigas naturales de su causa. Tienen que crear
desasosiego, provocar desaliento y producir dispersión, pues sea por
frecuencia o por porcentaje, la sensación es tan densa que no la soporta
ni el aire. Se hace cuesta arriba aceptar un manejo tan torpe, pero por
más que se busque no se encuentra otra explicación. La alocución fue
una respuesta a la última encuesta Gallup, aun cuando el equipo de
campaña la había dejado sin efecto…
LA
MALICIA.- Un caso único en el mundo y que revela que la actual campaña
desborda el marco natural y que debe considerársela fuera de género. Los
dos bandos que se disputan la supremacía política se pusieron de
acuerdo sin hablarse y decidieron sacar de competencia a la Gallup, que
era hasta ahora el referente obligado. Aun cuando no fuera la más
certera en los últimos años. Se recuerda el incidente con el PLD, y de
la cual la firma no pudo reponerse. Aclaró, y al aclarar se puso en
evidencia. No era una encuestadora de ventanilla única, sino diversa y
al uso. El gobierno no tenía que esperar la publicación del periódico
Hoy, si podía obtener por vía lícita una medición que correspondiera a
sus fines. La oposición no tenía por qué acogerse a sus expectativas, si
dudaba, pero sobre todo si temía que le fuera contraria. De ahí el
choteo de adelantar resultados, y la consiguiente denuncia. Si se
conocen los números de la Lotería ¿a qué esperar el lunes para buscar en
el periódico la Lista?...
CADA
CUAL.- Luis Abinader denunció los rumores, pero no impedirá que sigan
los rumores. Su campaña se resiente con las encuestas, pero tampoco
evitará que se hagan nuevas encuestas, o que la afección se mantenga y
se profundice. Incluso, la reacción no es la mejor, y no hay duda de que
los perremeístas fueron desbordados por las mediciones. Milagros Ortiz
dice no creer en la Gallup, y ese derecho le asiste, aunque no pueda
decirse que su recomendación sea la mejor o más adecuada. Que cada cual
haga su encuesta, o en la casa, o en el trabajo, o en la universidad.
Esto es, en cualquier espacio libre en que se reúna gente. Había dicho, y
ahora repito, que el trance era interesante. Que no se trataba de la
competencia entre dos candidaturas, la de Luis Abinader y Danilo Medina,
sino entre un candidato, Abinader, y las encuestas que favorecían a su
adversario, Medina. Así era difícil ganar, pues más que en un
cuadrilátero, la pelea se escenificaría en la cartelera. Como esos
afiches que compran y complacen a los turistas que quieren verse
toreros…