domingo, 29 de mayo de 2016

KILSSY MENDEZ! Aún te extraño

Aún te extraño
Por Kilssy Méndez 
En tú entierro no hubo lágrimas de mí parte, ni siquiera una palabra de despedida para quedar bien con los vivos y mucho menos te pedí perdón por ser más testaruda de lo que habrías querido que fuera; es más, han pasado seis largos años desde que te fuiste y nunca he ido a visitarte, nunca he destinado una sola rosa para tu morada, con las que los vigilantes del cementerio adornan sus casas y casi nunca te menciono, por no decir nunca. 


Reconozco que a medida que crecí nos distanciamos un poco, a pesar de ser la hija que más buscaste de mis cuatro hermanos (según me cuentan tus amigas y familia), porque notabas ciertas actitudes en mí que no te gustaban, una cierta combinación de dureza y desafío que yo utilizaba y utilizo como mi coraza, mi protección; y es que a medida que fui creciendo me di cuenta que la vida es muy dura y soy apática del sufrimiento. 

Esa apatía me llevó a no querer mencionarte jamás y es que ¡entiéndeme!, simplemente fue más fácil, porque tú partida fue muy difícil. Ni siquiera me diste la oportunidad de brindarte las cosas que yo entendía te merecías por ser una madre tan entregada y devota a tu esposo e hijos. No tuviste tiempo de enseñarme las responsabilidades básicas de una madre primeriza, no me acompañaste a celebrar mi primer día de las madres, que a su vez fue el primero sin ti, y no te quedaste para ver crecer el nieto más cercano que tenías.

Simplemente fue más fácil fingir olvido y valerme de una sutil amnesia selectiva que me ayudaba a levantarme todos los días para cumplir mi rol de madre, porque el reloj no se detendría a esperar que yo sufriera tú partida. Pero al final existen tres cosas que llegan tarde o temprano aunque uno no quiera, el tiempo, la verdad y la razón; lo que al final me hizo reconocer que siempre te he extraño y que nunca te he olvidado.

El tiempo llegó para hacerme ver que no se puede dejar en el olvido a un ser, que como mi padre, conforma el 50% de las células de mí cuerpo y que son las responsables de que a veces me sorprenda haciendo cosas de la misma forma en que tú las hacías o cuando me dicen que nos parecemos en el caminar a pesar de ser tan diferentes.

A veces me despierto a media noche y caigo en la cruel realidad de que ya no estás, después de estar soñando que estás viva y que estás haciendo algunas de las labores cotidianas del hogar, para darme cuenta al final de que mi subconsciente solo se estaba apiadando de mí momentáneamente, llevándome a pasar nuevamente un tiempo junto a ti. 

Dice el poeta Pablo Neruda que, “es tan corto el amor y tan largo el olvido…”, que en mí caso necesitaría simplemente no tener vida para olvidarte. Hoy es otro día más de las madres y aunque sigo siendo testaruda, aunque siga teniendo un carácter difícil y prefiera olvidar que llorar; te extraño y nunca te he olvidado.