Por Andrés Dauhajre hijo
“Rigidez”,
“listas de espera”, “acaparamiento” y “topes de venta de hasta US$5,000
al 46.00 en los bancos”, son algunas de las descripciones utilizadas
por periodistas, analistas, comentaristas, empresarios, y economistas
para describir el funcionamiento del mercado cambiario dominicano en lo
que va del 2016.
Desde
el año pasado se venían expresando quejas sobre la disponibilidad de
divisas en los bancos, pero estas han sido más precisas, intensas y
reiteradas durante el primer semestre del 2016.
Las
autoridades del Banco Central (BC) han explicado que esas descripciones
no representan fielmente el funcionamiento de nuestro mercado
cambiario.
Señalan
que las reservas están en niveles que comparan favorablemente con los
máximos históricos mientras advierten, a quienes especulen, que
terminarán sufriendo pérdidas significativas.
Tiene razón el BC cuando afirma que las reservas internacionales han venido aumentando en los últimos años.
Resalta
que la elevada variabilidad que exhibe la trayectoria de las reservas
internacionales netas del sistema bancario consolidado, con picos
importantes cada vez que el BC recibe los ingresos de las colocaciones
de bonos globales que realiza el Gobierno para financiar su déficit.
A
pesar de la tendencia creciente que exhiben las reservas, se observa un
comportamiento similar en el índice de presión cambiaria, medido como
la relación entre el medio circulante y las reservas.
Mientras
en enero-agosto del 2010 el índice presión cambiaria promedió 49.39, en
el mismo período este año alcanzó 61.08. Para liberar presión, la tasa
de cambio se ha venido ajustando gradualmente durante los últimos 7
años.
Es
por eso que la relación índice de presión cambiaria a tasa de cambio,
aunque sigue un patrón de variabilidad por encima de lo esperado,
muestra que el exceso anual promedio de presión no ha variado
significativamente entre el 2010 y el 2016, oscilando entre 23% y 35%.
Durante los primeros 8 meses del 2016, el exceso ha sido de 33%, mayor a
los niveles promedio de 22% y 18% durante el mismo período en el 2014 y
2015.
La realidad es que el mercado cambiario dominicano ha operado tradicionalmente con más presión que lo deseable.
Esto
se advierte cuando observamos el comportamiento de la relación índice
de presión cambiaria a tasa de cambio en las economías latinoamericanas
no dolarizadas y con manejo macroeconómico prudente.
Los
mercados cambiarios de Perú, Nicaragua, Costa Rica, Honduras, Colombia,
Chile y México han operado sin exceso de presión cambiaria, al mostrar
una relación igual o menor a 1.
Sólo
los mercados cambiarios de Guatemala y República Dominicana han operado
con excesos de presión significativos durante el período 2010-2016 (27%
y 29%, respectivamente).
No
tenemos que dar muchas vueltas. El problema que enfrentamos se debe a
que las reservas, aunque han aumentado gradualmente en los últimos años,
siguen siendo muy bajas.
Mientras
éstas oscilan entre 10% y 34% del PIB en las economías no dolarizadas y
macro-prudentes de la región, en la República Dominicana apenas
representan el 6%.
El
exceso de presión cambiaria que ha prevalecido en República Dominicana
no se ha reflejado en depreciaciones significativas del peso dominicano
debido a que el BC ha ejecutado una política monetaria restrictiva, a
través de la colocación de títulos de deuda con un rendimiento
excepcionalmente elevado.
Cuando
se comparan los rendimientos que ofertó el BC en el 2015 en sus títulos
de 2 años con los ofertados por el Tesoro de EE. UU. de maduración
similar y le deducimos la depreciación anualizada del peso, se tiene que
en esos títulos el BC pagó entre 405 y 585 puntos básicos por encima
del rendimiento ofertado por el título del Tesoro de EE. UU. ¿Es esto
mucho o poco? En el caso del bono global dominicano en dólares 2018, con
un vencimiento promedio ligeramente superior a 2 años, el margen de
rendimiento por encima del título del Tesoro de EE. UU. de igual
vencimiento, osciló entre 150 y 375 puntos básicos.
En
otras palabras, el “premium” neto de impuesto ofrecido por el BC por
encima del ofertado por el Gobierno dominicano en sus bonos soberanos es
de casi 200 puntos básicos.
No
es por casualidad que los inversionistas financieros nacionales
prefieren los bonos en pesos del Banco Central a los bonos en dólares
que el Gobierno emite en el mercado global.
En
las coyunturas en que la política monetaria restrictiva no ha sido
suficiente para contener las presiones que el BC considera excesivas,
especulativas o no justificadas, este ha combinado la venta directa de
reservas de divisas a través de las instituciones financieras con
políticas de persuasión dirigidas a los agentes del mercado sobre la
conveniencia de operar dentro de la banda trazada por el BC.
La
experiencia ha demostrado que la forma más efectiva de eliminar los
excesos de presión cambiaria es a través de avances acelerados en la
reducción del déficit del sector público. Sólo así las reservas
aumentarían significativamente, disminuirían las presiones sobre la tasa
de cambio generadas por el exceso de demanda agregada que produce el
déficit consolidado en las finanzas públicas y desaparecerían las
rigidices cambiarias existentes. l