Por Arturo Martínez Moya
a.martinez[@]hoy.com.do/Tomado de Hoy.com.do
La reforma tributaria de principio de los noventa aumentó los ingresos
del fisco en RD$10,905 millones, equivalente a un dos por ciento del
PIB, lo que combinado con la ralentización del crecimiento del gasto,
redujo el déficit fiscal de 5.3% a 1.8% del PIB, de 1990 a 1994.
Cuando revisamos la historia nos damos cuenta de que no había
alternativa, con ajustes por el lado de los ingresos y del gasto debía
recuperarse la sostenibilidad financiera del presupuesto. No se hicieron
los cambios cuando el petróleo aumentó de menos de tres dólares a casi
cuarenta entre 1973 y 1979, multiplicándose la factura petrolera casi
siete veces, de cuarenta millones de dólares a trescientos siete
millones de dólares.
Con préstamos de los bancos comerciales, que manejaban mucha liquidez
de los petroleros, seguimos el camino fácil del endeudamiento en
dólares, aumentó seis veces y media de 1970 a 1980, de doscientos
sesenta y dos millones de dólares a mil seiscientos ochenta y ocho
millones de dólares. Dos años después se multiplicó más de seis veces, a
mil novecientos treinta y seis millones de dólares.
Por las mismas razones de aquella ocasión, ahora también se necesita
una reforma tributaria y fiscal de igual intensidad, el país está muy
endeudado respecto a lo que produce anualmente, lo que amenaza la
sostenibilidad de las finanzas públicas.
No nos engañemos, ha sido por el buen manejo de la política monetaria y
por el nivel históricamente bajo de los tipos de interés, que se ha
mantenido relativamente alto el precio de nuestros bonos soberanos en el
mercado secundario, y que estemos pagando un costo bajo por la deuda,
con prima de riesgo estable frente a la deuda del Tesoro de los Estados
Unidos.
Pero no obstante una buena parte del gasto público se destina al pago
de intereses, una secuela, como en el pasado, de endeudarnos para cerrar
brecha del presupuesto desde 2008. Por dos razones las finanzas
públicas han podido cumplir con los prestamistas, el bajo nivel de los
tipos de interés y el ahorro petrolero, que sumó US$1,827,356,953 en los
últimos dos años. Ahorro que para la economía tuvo el efecto de una
rebaja de impuestos, porque impulsó el consumo agregado y el crecimiento
del PIB.
Los riesgos son, también como en el pasado, que al mismo tiempo
aumenten los intereses y el petróleo, lo que no es una perspectiva
remota. La Reserva Federal espera por el mejor momento para subir sus
tipos, y las casas de análisis proyectan que pronto aumentará el crudo.
En los noventa se necesitó del FMI para diseñar los cambios
impositivos, ahora es diferente, tenemos un Banco Central y una DGII con
dirección ejecutiva y personal técnico altamente cualificados para
hacer el trabajo.
Que
seguramente tienen en carpeta la reforma que necesita el Código
Tributario y otras políticas, para controlar lo que se elude y bajar a
la mitad las exenciones, porque los ingresos fiscales deben aumentar en
un poco más de cien mil millones de pesos (3.5% del PIB) en dos o tres
años.
Lo que debe consensuarse con empresarios y oposición política, teniendo
presente que es prioritario recuperar la sostenibilidad financiera del
presupuesto y establecer límites al endeudamiento.