Tomado de El Caribe
En esa perspectiva se comportaron como si no consideraron que algún día dejarían sus puestos y tendrían que rendir cuentas.
En
la víspera del 16 de agosto y aún en estos días, escuchamos historias
acerca de las actitudes de algunos líderes locales que ejercieron
funciones en sus municipios, muy difíciles de comprender, y que dejan
muy malparada su imagen.Parecería que piensan que al término del poder
delegado, que es pasajero, se acaba el mundo. No comprenden que esos
roles no constituyen una heredad.
En esa perspectiva se comportaron como si no consideraron que algún día dejarían sus puestos y tendrían que rendir cuentas.
En
extremo, el caso trágico de un regidor cuando se dio cuenta que ya no
ejercería esa función, y perdería una visa norteamericana. ¿Qué tanto
valían para él esas pequeñas cosas?
Alcaldes
que al final de su gestión abandonaron sus responsabilidades. Dejaron
las ciudades literalmente llenas de basura y las arcas municipales
vacías. Peor aún, las deudas exorbitantes descubiertas aún no
detalladas, pero que con solo mencionarlas despiertan suspicacias.
El
ayuntamiento de Santiago todavía no ha pagado por completo la nómina de
julio y el nuevo alcalde no sabe de dónde sacará dinero para cubrir los
compromisos que conllevan el pago de los servicios municipales.
Pensar
en los escándalos de regidores que intentaron asignarse pensiones
ventajosas o apropiarse de bienes de los ayuntamientos, al margen de la
ley.
Esos
señores no pensaban en algún momento en el daño que se infligían. Es
como si estuviesen renunciando de por vida a las actividades políticas, a
la posibilidad de presentarse nueva vez a un cargo de elección popular.
La vida continúa y la imagen queda expuesta.
Al poder se va a servir y no a servirse. En la política el legado vale mucho. Es la base para la carrera exitosa.
Quienes salen de los cargos con la soga al rastro mañana encontrarán demasiadas personas que se las pisarán.
No
se dan cuenta que con su mal comportamiento finaliza la carrera
política. Quizás se confían a la escasa memoria de los dominicanos.
Afortunadamente,
no todos aquellos que concluyeron su gestión el pasado 16 de agosto
salen de esta manera. Al menos, sin ruidos, se van convencidos de que
cumplieron sus deberes.