lunes, 23 de enero de 2017

BENNY RODRIGUEZ! Que no termine cuando termine la marcha

Por Benny Rodríguez
Como era de esperarse la convocatoria ha concitado el respaldo de la ciudadanía porque el principal argumento para su realización está relacionado al fenómeno de la corrupción, enriquecimiento ilícito y la impunidad en la administración pública.


Se trata de un fenómeno que ha alcanzado dimensiones enormes en la sociedad dominicana, cuyos tentáculos ha echado raíces fruto de la falta de voluntad política para enfrentar el flagelo y meter a la cárcel a los que se roban el dinero del pueblo.

Hay mucha permisividad del Estado, eso no puede negarse, por lo que quienes se llevan en las uñas los bienes del pueblo gozan de impunidad, fruto de la ineficaz que es la persecución y la debida sanción al servidor que en el ejercicio de sus funciones se enriquece ilícitamente.

Para muestra un botón: las declaraciones juradas de bienes que obliga al funcionario/a hacerlas, pero hay que rogarle, pero no hay un régimen de consecuencia para ellos.

No es verdad que el fenómeno de la corrupción es exclusivo de la actual gestión que encabeza Danilo Medina. ¿Dónde dejamos los 22 años de Balaguer, los 4 de Antonio Guzmán Fernández, igual cantidad de Jorge Blanco, los 12 de Leonel, los cuatro de Hipólito y los casi 5 de del actual mandatario.

Hablamos de 51 años de gobierno, sin contar los 7 meses del extinto expresidente Profesor Juan Bosch que todos coincidimos en que fue un gobierno honesto. ¿No hay se debe investigar ese poco más de medio siglo de administración pública? ¿No hay que pasarle factura, investigar e identificar a quiénes desfalcaron en su provecho los bienes colectivos para quitárselos y reintegrarlos a las arcas públicas? Claro que sí, es la respuesta sin dar muchas vueltas.

Solo como dato, el extinto expresidente Salvador Jorge Blanco, padre de uno de los convocantes a la marcha, fue procesado por corrupción y decenas de miles de millones de pesos están en manos de aquellos que se enriquecieron con el erario público, de ese y de los otros gobiernos que hemos tenido en la República Dominicana.

Se trata, por tanto, de una lucha que no debe tener sesgos, sino hacer que los corruptos, los que gozan de impunidad, los de ayer y los de hoy, sean procesados y que el dinero que sustrajeron de las arcas públicas lo devuelvan al Estado.

Propugnemos y que la marcha sirva para eso: para conseguir que ocurra lo de Guatemala que una comisión internacional independiente investigó los actos de corrupción y los resultados está ahí, pero no focalizar como nosotros observamos.

En esta cruzada contra la corrupción y la impunidad no se debe desechar, sino actuar de manera integral para desintegrar un flagelo que carcome los tejidos de la sociedad y de no hacerlo será solo un tema de coyuntura para que se beneficien políticamente determinados sectores.

Entonces que el tema no termine cuando termine la marcha, sino que sirva como un espacio de articulación para la construcción de una sociedad respetuosa de la diferencia y de la exclusión frente a esta problemática.

Esa debe ser la tarea que nos toca empujar a cada dominicano/a para construir un país de futuro y de castigo a los corruptos.

El autor es periodista residente en Barahona