viernes, 23 de junio de 2017

REPRODUCIDO DE ARMARIO LIBRE! Gerineldo Pérez Espinosa: un luchador de toda la vida; a sus 82 años continúa como el primer guandúl en la clínica Santo Tomás

por Jose M. Medina/ Tomado de Armario Libre
Barahona.- Con 82 años a cuestas, tres hijos profesionales, un amor infinito por su esposa, doña Norma, y un centro médico que cada día crece, no han podido quitarle la inquietud y el deseo de seguir hacia arriba en un pueblo, donde la falta de una buena salud es uno de los más grandes y graves problemas de la región.


Apasionado cuando habla de lo que es y hace, recuerda su primer trabajo como médico en San Cristóbal y su llegada al Jaime Mota en Barahona, el seis de septiembre del 1970, pero en la actualidad, escenifica los más ácidos pleitos con sus empleados, fijos o temporeros, cuando no cumplen una misión en el centro médico, la clínica Santo Tomás.

Gerineldo Pérez Espinosa, nació el 25 de mayo de 1933. Hijo de Margarita Pérez Cuello y Félix Pérez Amador (Buchincho), quien procreó 19 hijos con diferentes mujeres.

Patria, Elizardo, Manuel Aquino, Luis Beltrán, Héctor, Elsa, Elsa María, Felito Pérez Espinosa; Félix Pérez Ramírez, Gerineldo, Aura Pérez y Pérez. Además, Alejandro Pérez López, así como Felipe, Felipe Amauris, Felín y Norka Féliz Pérez, y por último, Freddy, Banessa, Joaquín Virgilio y Félix Manuel Pérez Féliz, son los hijos de quien fuera el padrote, es probable, más productivo en la región Sur de la época.

Buchincho tenía una vida comercial activa, se dedicaba a varias actividades, desde propietario de un matadero, hasta ser dueño de colmados o pulperías hasta tener vehículos que cubrían la ruta Barahona-Neiba.

Gerineldo destaca que todos sus hermanos se hicieron profesionales, porque su padre se preocupó por llevarlos a la escuela, razón por la cual trasladó a sus hijos desde Cachón al municipio de Barahona, a partir del 1940.

Pérez Espinosa atribuye su éxito, a la familia, su actitud como médico y su entrenamiento que tuvo en el hospital Juan Pablo Pina de San Cristóbal, recién salido de la universidad en 1970, y su posterior llegada al Jaime Mota de Barahona y la región IV de Salud, que comprende las provincias, además, de Pedernales, Bahoruco e Independencia.

Sostuvo que se reinventa a cada momento, por la aceptación de su trabajo profesional, y “mi dama, la doctora Norma Figueroa, que ha sido un ejemplo, que me ha acompañado como esposa por 46 años, lapso en el que no ha habido malas, porque todas han sido buenas con ella, antes y en el futuro”.

Con doña Norma, procreó a sus tres hijos; la también médico Norma Marlene Pérez Figueroa, gastroenteróloga en el hospital Salvador B. Gautier y especialidad en Madrid y Barcelona; la abogada Melissa Yamilka, con una especialidad en la universidad de Complutence de Madrid en Derecho Comercial y un diplomado y el hombre de los tres, Yoel Gerineldo Pérez Figueroa, quien es técnico en Informática.

Recuerda que en diciembre del 1970 comenzó a hacer inversiones en la clínica Santo Tomás, siendo en aquella época muy reducida, y hoy cuenta con prácticamente media cuadra.

El propietario original del centro médico, el más grande hoy de Barahona, era Tomás Alcibíades Espinosa, en los años 1954-56. Luego del doctor Espinosa pasaron por la clínica el epidemiólogo David Richardson y Andrés Bolívar Acosta, médico general.

Después de pasar por centros educativos de Cachón y Barahona, donde se hace bachiller, ingresa a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), obteniendo el grado de médico el 28 de julio del 1960, pero un año anterior a la investidura ingresa al hospital Juan Pablo Pina de San Cristóbal, donde trabaja en cirugía general.

Recuerda que al llegar a Barahona, su primer nombramiento fue ayudante de cirugía en el Jaime Mota, 1970, un año después, director nominal, pero desde el 1975 al 1979, director titular.

Pérez Espinosa recuerda que junto a otros galenos, fue escogido por el hospital Johns Hopkins University para un curso intensivo de biología reproductiva y humana, siendo enviado al hospital general de Obstetricia de Monte Rey, México, llegando luego a la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia en Santo Domingo, donde debió poner en práctica lo aprendido en el país azteca.

Posteriormente regresa al hospital Jaime Mota y la clínica Santo Tomás, donde trabaja en medicina reproductiva.

Dice que cuando llega a la clínica en diciembre del 1971, sólo tenía ocho camas y dos consultorios, mientras hoy cuenta con 48 consultorios y 40 camas, distribuidas en swit, privadas y camas dobles, además de seis cubículos de emergencias y laboratorios clínicos, rayos X, mamografía, Sonografía, endoscopía y un centro de diagnóstico con consultorios de resonancia magnética, tomografía, prueba de esfuerzo, sintometría, eco, mapa, horter, Sonografía, entre otros.

En la clínica Santo Tomás se ofrecen los servicios de medicina familiar, interna, cardiología, pediatría, ginecología, obstetricia, neumología, oftalmología, hematología, ortopedia, psicología, psiquiatría, cirugía general, neurología, endocrinología, entre otras especialidades, para que los pacientes no tengan que ir a Santo Domingo en busca de salud.

A pesar de lo mucho que ha crecido su centro médico y su avanzada edad, a punto de cumplir los 83 años, el doctor Pérez Espinosa se propone no parar de crecer, por lo que en los próximos días inaugurará otros 11 consultorios construidos en el segundo nivel frente a la clínica.

“Aquí hay en totalidad 58 médicos, dentro de los cuales tenemos seis en emergencia, un médico supervisor, uno en medicina familiar, médicos auditores y médicos de asistencia a los pacientes internados”, expresa Pérez Espinosa, quien en la entrevista busca minuciosamente en su mente para que no se le escape un solo detalle.

La clínica ha crecido bastante, pero no se extrañe si un día visita el centro médico y se encuentra a Gerineldo, con una lámpara en las manos, ayudando al electricista a sustituir las que se han quemado, pero previo, un pleito porque había quedado de ir y lo había dejado esperando.

“El objetivo inmediato de nosotros es seguir, seguir, seguir y seguir haciendo lo que haga falta para darle un mejor servicio en salud a mi gente de Barahona y la región”, precisa el octogenario galeno sureño.

Generalmente, un hombre con su edad piensa en el retiro, si es que piensa, mientras Pérez Espinosa busca innovar, por lo que anuncia el traslado de la emergencia de la clínica para la calle Duvergé, debido a los taponamientos de vehículos que se forman en la Jaime Mota.

Y no es para menos, la Jaime Mota se pone intransitable debido a la cantidad de motocicletas, vehículos y transeúntes, en cualquier día y hora de la semana.

Contempla, además, ampliar el área de cuidados intensivos y un lugar más grande en la zona de recién nacidos, llevando más camas.

A pesar de lo vivido, a pesar de lo aportado, Gerineldo Pérez Espinosa, dice no sentirse realizado, porque “aún falta mucho por hacer”.

Dice estar integrado a la comunidad a través del club de Leones, donde ingresó en el 1967, lo que le ha permitido viajar y conocer, pero que si entretenimiento hoy es el béisbol, Leones del Escogido, le gusta la música, boleros y merengues del pasado.

Preguntado de cómo se siente con su personal y si ha tenido algún problema con algún médico, expresó que desde que inició el 29 de julio del 1959, ha sido un hombre preocupado por la salud de la gente, y si un día observa debilidades en su clínica, inmediatamente la corrige, aunque asegura que “siempre habrá debilidades”.

Defendió la entrega de los médicos que trabajan en la clínica Santo Tomás, lo que afirmó, se demuestra cada vez que sale a la calle.